XCII
La noche
La
falta de luz y
un
cansancio recurrente
construyen
la noche.
Que mis
ojos no sirvan imágenes
es lo
mismo
que mi
corazón no sirva amor,
noche
las dos.
Una
dama de movimientos torpes
que
rompía el ruido a su paso
me dijo
un día,
no eres
la causa de mis desvelos
pero
debes saber que yo vivo
en la
noche.
Yo le
dije, pero es de día.
No
importa, siempre
en
algún corazón es noche cerrada.
Ahí me esperan,
el
espanto me precede,
siembra
flores en mi camino,
flores
que nadie ve,
por eso
son tan valiosas.
Créeme,
flores que nadie ve, repitió.
Pues yo
las he visto, dije.
¿Cuándo?,
se intereso, dime.
Mi
padre me dijo una vez,
cierra
la puerta, hijo, que hace frío.
Al
asomarme al umbral,
el suelo
estaba sembrado de flores.
Me extrañó
y volví con él.
Había
muerto.
Es extraño,
dijo la dama,
pero
estoy encantada.
Entonces
supe quién era,
nadie
podía decir encantada más que ella en ese contexto.
No es poético
ni de lejos.
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