LXXX
Bukowski y
yo
No he encontrado otra manera,
a estas alturas, de andar juntos.
No hay tanta
diferencia,
me di
cuenta ayer,
no por
la noche,
claro
está,
cuando
la diferencia
es
abismal.
Estás
pedo perdido y
dices
jodido cabrón,
a cada
momento,
mirándome,
sacas
las tetas a colación y
te
guardas la palabra
coño
para el final de trompetas.
Pero
eres el que besa
al
pordiosero zarrapastroso
y le
hueles el culo a la puta, esa también
es
tuya, con cariño
a pesar
del hedor porque sabes
que
ahí, un poco más arriba,
donde
suele,
hay un
corazón, unas agallas,
en fin,
toda una anatomía.
Viejo
chivo lúbrico,
no hay
tanta diferencia.
Yo por
la noche lo sabía,
por eso
mi sonrisa sardónica.
A la
mañana,
mientras
la resaca te lamia,
yo había
descubierto,
borrachuzo,
tus
poesías.
Y las
leí,
las
puse junto a las mías.
Sí, ya
sé,
que
tras un punto no
pones
mayúsculas.
Pero es
todo,
por lo
demás,
querrás
ser como quieras
pero tú,
como yo,
necesitas
escribir poesía.
¿Y te
acuerdas?
Cuando
decían
que
escribir poesía
era de
maricones,
debiluchos
y afeminados, marimachos
y otras
fijaciones de los temerosos
que ganaran
el cielo porque es más fácil bla, bla, bla…
¡Joder!
Cuando
tú y yo sabemos
que
para escribir poesía
hace
falta ser muy hombre.
Como
Gloria Fuertes
por ejemplo,
o Anne
Sexton.
¡Qué
cojones las dos!
Tú eres
como ellas,
muy
hombre, y además muy borracho,
muy
putero, pero
escribes
poesía.
Y no me
vengas
con el
rollo de las
mayúsculas.
¡Valiente
gilipollez!
Eres
poeta
y por
eso,
anoche
te miré,
como lo
hice.
Estabas
descubierto.
Un,
dos, tres,
al
escondite inglés.
Por
Charles Bukowski.
Pillado,
viejo
zorro.
Que yo
sea de la
liga
antialcohólica,
es lo
de menos.
A nosotros
verdaderamente,
lo
sabes,
nos
emborracha, de verdad, otra cosa.
¡Viejo crápula!
Eres un
puto poeta. Ja, ja, ja, ja
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