miércoles, 2 de agosto de 2017

LXXIX

LXXIX

Tú sabes más

Tú sabes más,
ahora todos sabemos más.
Ha caído, durante años,
sobre nosotros una fina lluvia,
los chaparrones en el alma no tienen lugar,
todo es fino y silencios allí,
el dolor,
el sufrimiento,
el amor,
impregnada de infinitos murmullos,
que traían noticias de aquí y de allá.
Ya sé que apenas sabes leer
 y que Madrid tiene calles desconocidas
pero el pequeño motor de ese engendro
que te lleva entre las piernas
y las montañas rusas de San Francisco
no tienen secretos para ti.
Las recónditas playas, tan nuestras,
qué ariscas e incómodas
frente a las lisas, atrayentes y largas
playas de Miami y California
con sus rubias infladas.
Tú sabes más,
ya lo creo que sabes,
pero sólo sabes cosas que no te sirven.
Vas con tus zapatos a la moda,
intempestivo en el verano,
por calles que no ves
y hay una hormiga en tu camino,
tan diminuta y tan fiel.
No se ha desviado ni un milímetro del plan.
Nosotros, sí.
Somos los grandes traidores,
los grandes falsarios, los grandes políticos.
Somos los más listos.
Les hemos hablado a todos,
al perro convencimos de su esclavitud,
al león mantenemos apartado,
hemos eliminado a los intransigentes
e incluso a las grandes silenciosas,
las hemos domesticado,
tan verdes, tan rosas, tan azules,
tan altas, tan gordas, tan exuberantes.
En realidad, quizás,
esto sea el infierno ya.
¿No es verdad que todo suena
como si fuese familiar?
Una risa, un grito de espanto,
da igual,
detrás, mucho más detrás,
hay algo que no nos olvida.
Yo sé quién eres tú
y de lo que eres capaz.
Tente, porque siempre estoy vigilando.
Hasta tú puedes sentirlo,
aunque lo nieguen los gestos
y la energía vacua que despilfarras,
a veces en los ojos pareces
un pobre anciano
y hay gestos, sólo algunos, mínimos
que apuntan en ti un cierto señorío,
no te engañes, es el exceso de fe
en algo tan insustancial
y falso
como la eternidad temporal
en la que vives.


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