LXXXII
Hojas, hijos, pero gotas
Aún algún tiempo
antes de que sean
pisoteadas.
William Carlos Williams
Debería ser una hoja,
tu hijo,
pero es una gota.
Crees que te caes de
cansancio
pero te caes de
amarillo, hacia
el abismo
que siempre estuvo
ahí
pero que un día
descubriste.
Eres de la rama,
eres del tronco,
siempre te lo dicen,
pero tú no lo ves
¿Y lo mío?
Nadie parece saberlo,
hasta que un día,
ves que lo tuyo, como
lo de los demás,
son como gotas,
dulces, frescas, que
quieres atrapar
que te golpean suavemente,
se deslizan por ti
y se pierden en el
abismo
y tú no puedes salir
tras ellas
ni detener su caída,
ni nada.
El tronco, las ramas,
no pueden hacer otra cosa,
la hoja, tú, tampoco.
Te consuela el río
que oyes
y que parece que hay
mares, dicen,
donde todo va a
parar.
Aguzas el oído,
parece que las oyes a
ellas,
tus gotas,
cantarinas, en algarabía,
son mis hijos,
se fueron, se perdieron
¿Quién puede creer
eso?
Una hoja, hijas,
gotas.