LXI
A partir de
tu muerte
…pero ¿cómo podría alguien criado con amor
soportar esta muerte?
Sharon Olds
Te
moriste y yo estaba ahí,
junto a
ti,
y me
perdí el espectáculo.
No sólo
el espectáculo,
sino
los preparativos,
a los
tramoyistas del hospital trabajando a fondo,
y a mi
madre, mi hermano, mi esposa, mi hija,
perdiéndome
como todos disfrutaban.
Y os
hicisteis uno.
Me
quedé en el horror de verte por primera vez, ya con él,
en
brazos,
lo otro
fue un prólogo,
y ni te
toque, para catar tu textura,
ni te
observé de cerca, para ver de qué estás hecha,
para,
indudablemente, coger la ropa adecuada,
para
cuando vuelvas y tenga que hacer la maleta,
o para
que en otras visitas ya seamos viejos conocidos,
y
tomando un té, podamos hablar
de ese
lugar al que me llevaras una vez.
Te
recuerdo mal, de pequeñito, en el prólogo,
que
viniste a por mi abuela paterna,
que vi
como te la llevabas por la boca,
bocanadas
de la muerte, dicen,
ni pude
preguntar quién eras,
cada
vez que vienes la lías,
pero
esta vez sí, sabias quién eras,
pero
tampoco estaba preparado.
Y
quiero estarlo, por lo menos, en la última vez,
así que
dame otros cuantos muertos más,
antes
de tener que marcharme,
pero,
por favor, muertos llevaderos,
de eso
que dice la gente, bueno ya tenía su edad,
para que
cuando vengas a por mí,
yo ya
sepa cómo tratarte y
desde la
primera fila
saber
de qué fue todo esto.