XLVI
Telescopio
Puse el telescopio
frente a la ventana.
La manera más cómoda
de mirar fuera,
el firmamento.
Por el día, al otro lado,
se extendía la dorada arena
que descansaba frente al mar,
cargada de cuerpos,
desnudos y atractivos,
tendidos y oferentes.
Así, de este modo,
podía
el telescopio contemplar la vida,
viendo a mi hijo adolescente, por el día,
mirar el mar;
a mí, por la noche,
contemplar la luna.
XLVII
Partir
¡Partir, Dios mío partir!
Tengo miedo de partir……
Posiblemente F.Pessoa o algún conocido suyo.
Me
quedé esperando,
mirando
cómo se iba el tren.
No la
vería más.
Un
revisor se acercó a mí.
Miró a
su alrededor
y
después gritó,
-¡Alguien
ha olvidado una maleta!
Iba
decirle algo,
como,
¡Que estoy aquí!,
como,
¿Es que no me ve?
Pero
desistí,
pues yo
mismo no lo creía.