XL
Misión cumplida
Cuando
nació su hijo número veinticinco,
Anuncia
ya no era
más que
un puro y simple trozo de naturaleza.
Ya la
noche que su marido la inseminó
no eran
los dos, más que
volcán
y fuego,
río y
lecho,
viento
y hojas.
Así se
quedan las mujeres
que han
cumplido su destino.
Así
actúan los hombres
que
cumplen el suyo.
No
había nadie,
conocido,
ni en
la provincia,
ni en
el país,
que
tanto hubiera hecho
por la
vida, como ellos dos.
De dos,
veinticinco.