lunes, 29 de febrero de 2016

XXXIII

XXXIII

Instinto

                                                                        El instinto está mezclado con la vida.
                                                                                                          Francis Bacon

No te has casado

conmigo, mujer,

te has casado

con mi instinto.

Te has conchabado con él,

que nunca fue amigo mío,

a pesar de vivir conmigo,

para poder conquistar mi fortín.

Y lo acepto,

pero no comprendo

cuando al estar incomoda

tras mi muralla,

protegida de vientos y tempestades

me lo echas en cara,

a mí,

 y no a él.

Esto, a pesar de dirigirte

a él constantemente,

de meterlo entre los dos,

de estar siempre adulándolo.

 Es a mí a quien pides cuentas.

¿Por qué?

lunes, 15 de febrero de 2016

XXXII


XXXII


Todo el mundo está sufriendo

Me dicen, es ruso.
Y pienso en los zares,
en los tiempos en que el padre de Tolstoi
llevaba con él un sirviente,
con la única función de dar dádivas
a los hombres pobres.
En Lenin y Stalin,
en los gulags y en el frío que hace en Siberia.
Todo el mundo está sufriendo en Rusia.
Me dicen, es rumana.
Y pienso en Ceaucescu,
en los niños repletos de orfanatos,
que eran agasajados con el SIDA.
En Transilvania y el Drácula que todos llevamos dentro,
sediento de sangre y despierto siempre,
que se burla de las cruces
y se come los ajos crudos
porque dicen que alarga la vida.
En Mircea Eliade y Emile Cioran.
Todo el mundo está sufriendo en Rumania.
Me dice, soy argentino.
Y pienso en la Pampa, en la Patagonia,
en Videla y comparsas,
en los helicópteros que daban de comer a los peces.
En las madres de la comida de los peces, en Mayo plaza.
En las islas Malvinas, que a veces no oyen,
porque alguien las llama Falkland, también,
desde lejos, desde muy lejos,
unos que fueron allí y abandonando sus cervezas en las barras
y obstinadamente navegaron
días y días por la izquierda
en el Océano inmenso.
Y no volvieron, no volvieron.
Todo el mundo está sufriendo en Argentina. Y en Inglaterra.
Los veo en la carretera, arreglando nuestras calzadas que un día fueron romanas,
que ponían mojones crucificados,
y me dicen, son hutus, tutsis,
aprendí dónde estaba Ruanda a golpe de machetazos,
la letra con sangre entra,
de Sierra Leona,
es un sirio, un palestino, un judío.
Es Primo Levi renacido,
agarrado a la barandilla,
porque todavía tiene cosas que contar,
si por él fuera no acabaría,
 pero hay tantos tirando de él, hacia abajo.
Y pienso que todos están sufriendo,
hay viajes “low cost” dirigidos a ballenas y delfines,
para ver la migración de los refugiados que cruzan por estas fechas
el Mediterráneo, camino, creen ellos, de tierras más cálidas.
Algunos no llegaran. Por eso tienen tantos hijos.
Es un español del cuarenta,
es un francés del 1789,
un alemán, un polaco, un húngaro,
todos sufriendo, pienso.
Es un americano rodando una película
sobre cómo sufrimos los hombres
y cómo sufren las mujeres que tienen a los hombres.
Me dicen, es un hombre.
¿De dónde será, que parece no haber sufrido?
Se dispone, observo, a nacer.

martes, 9 de febrero de 2016

XXXI



XXXi

Solo en Oslo, otra vez.

Tras casi dos años de gestación.


He tirado la toalla,
desde el centro del ring.
Hacia una de las cuatro esquinas.
Así ha de ser,
a partir de ahora.
Nada de refugios,
nada de techos,
nada de cadenas.
Morir como un perro,
aunque parezca mentira,
no es lo peor.
Murió un mendigo,
en la calle,
de frío.
Pues claro, ¡no iba a morir!
Murió en la cama,
rodeado de sus seres queridos.
¿De sus seres queridos?
¿Y se murió?
Pero cómo fue que pasó, ¡che!
Morirse así, ¿Qué pena!
Solo en Oslo, otra vez.
O como siempre.

lunes, 1 de febrero de 2016

XXX



XXX

Realidad
A Bernardo Soares

He creado imperios
que han durado segundos,
entre un bus que se iba
y alguien que venía a mi encuentro.
He vivido amores de un rato
ante un amor que pretendía quedarse.
He sufrido aventuras que parecían imposibles
mientras oía un manual cualquiera.
He expuesto en los mejores museos,
vendido lo que he querido
y acto seguido he dicho “sí, señor”.
He conversado con las mentes más pleclaras del momento
y no ha habido tiempo para que yo interviniera.
He observado fenómenos,
imposibles de explicar,
que nadie más ha visto, y no por eso menos de todos.
He, incluso, matado, varias veces
y no ha habido manera de despertar mi conciencia.
He sido víctima y verdugo,
sin llegar a decidirme claramente por una  u otra profesión.
Nada me ha sido esquivo
pero no tengo pruebas.
Algo que al no ser esto un juicio carece de importancia.
Aunque, por otro lado, si lo fuera,
ser declarado culpable o mentiroso,
sí que sería algo absolutamente irrelevante.