martes, 19 de enero de 2016

XXIX

XXIX

Habitación

Candelabros clamando.
Percheros guardianes.
Armarios que se abrazan.
Sillas sentadas.
Cama que se ofrece.
Ventana curiosa.
Lámpara equilibrista.
Puerta que habla.
Una mirada de amor da paz.
Una camisa guardada.
Un abrazo auspiciador.
Unas nalgas aplastadas.
Una piel que se esponja.
Una vida extraña, fuera.
Un teatro de riesgo.
Unas frases ocultas.


No hablo de ningún momento en particular.
Las habitaciones están, somos nosotros quienes las despoblamos.
Se están quedando sin gente. Sólo se quedan los más viejos.
 La gente joven, mientras se mantiene en pie, se va a los salones.
Esto no puede seguir así,
hay que crear más puestos de trabajo en las habitaciones,
que los jóvenes no abandonen también
este otro mundo rural.


lunes, 18 de enero de 2016

XXVIII




XXVIII

Piratas


Yo tenía un amigo
que decía,
si de la chica que pasa
sólo me gustan sus pechos,
¿Por qué he de quedarme con toda ella?
Un día me acercare a una
y le diré
–Me puedes dejar tu sonrisa por un tiempo,
lo demás no me hace falta.
De ahí- remataba- que esté preocupado
por mis codos y mis talones
mis uñas y mis debilidades
¿Quién las querrá?
 Yo, prosaico, no sabía qué decir
hasta que recordando viejos tiempos
iba y le decía
¿Te acuerdas cuando teníamos
que comprar un LP porque nos gustaba
una sola  canción, una canción?
Entonces, él, me miraba espantado
y se decía
¡Qué ganas tengo de que llegue el internet humano!
Para piratear, concluía.

viernes, 15 de enero de 2016

XXVII



XXVII


El alambre azul


El alambre azul de furtivas formas
amenazaba
con romper
la imposibilidad de la cuadratura del corazón,
bamboleante en un baile zumbón
se aproximaba arrebatador.
Sin carnes
pero de veloces artimañas
hacía curvas donde otros aguas
bocetando
los objetos de deseo sexual
como si existieran.
Al hombre, el alambre le hacía guiños de burla
que sospechaba
garabatos de muerte.
Alarma,
daba el vigilante,
alarma.
Pero la daba, además,
atropellado por un azul,
un azul de luna mañanera.
Y claro, nadie le creyó.

miércoles, 13 de enero de 2016

XXVI



XXVI

Elogio de los peones

(Revolución)

 


Estas cosas, no sé por qué,
cuando pasan aquí,
ya hace tiempo que pasaron en China.




En unos arrozales,
los hombres agachados son tan  numerosos
como las espigas.
El hijo recrimina a su padre que jueguen al ajedrez
sin peones.
Están en este momento recogiendo nuestro arroz,
dice el padre, no lo olvides.


Frente a unas murallas,
unos generales se lamentan,
de que una enfermedad haya eliminado
a todos los guerreros,
de uno y otro bando.
Así capitanes, tenientes y coroneles
habrán de dirimir la batalla.
Sin posibilidad de estrategia,
se lamentan.

Hoy, eso ya se sabe,
y todo el mundo hace lo posible
para que nunca falten en los tableros
esa primera fila tan necesaria,
tan relevante.

lunes, 4 de enero de 2016

XXV


XXV

Alma


Anclaba el alma
para aceptar la mano del ladrón,
para alabar la actitud abusiva del artero de turno,
 para soportar la sinrazón del día a día.
Tornaba, pasadas las horas
 a acomodarla
y dar la sensación de enteramente
sentirse cada minuto,
cada hora,
cada rato,
loco de vida como una naranja
perfecta
pero notando a los pequeños hijos
rompiéndole las entrañas,
apartando lo inamovible para ganar la luz.
Iniciaba entonces el alma una ardua lucha
contra todo
y a favor de todo.
Alma mala
que lame lo que mella.
Alma, apodo de lo sentido.
 Sin lugar
y ocupándolo todo.